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Recientemente el Dalai Lama tuvo una entrevista exclusiva con la cantante pop Lady Gaga. Así mismo las figuras del Buda están más presentes en discotecas y bares en diferentes partes del mundo. Dharmachari Vishvapani reflexiona de la integración del budismo a la cultura popular.

El Budismo y la cultura popular

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Para que no quepa duda sobre la llegada del budismo a la cultura occidental consideremos un anuncio que apareció hace unos pocos años, en el que se ve una sala llena de meditadores. El texto dice:

“Si vas a poner atención a tu respiración más vale que tengas un aliento fresco. Toma pastillas Tic-tac”.

Si quienes gustan de las pastillas Tic-tac responden positivamente a la imagen de un grupo de meditadores y si saben que la meditación implica la atención a la respiración o, aun más, si los meditadores son el público objetivo de esa publicidad, entonces el budismo está presente, para bien o para mal.

Como dijo la revista Harper’s Bazaar hace unos pocos años, “El budismo -o al menos el modo en el que el budismo ve al hombre y el universo- se está volviendo a toda velocidad un modo universalmente aceptado de ver al mundo”.

La ola de conversiones al budismo en Occidente

Que comenzó en los años 60, avanzó a tal paso que a finales de la década de los 90 la cantidad de budistas occidentales se había inflado hasta alcanzar ya más de un millón de personas. Europa y Norte América se aderezaron con centros de Dharma y alguien denominó a ese periodo “el momento tibetano” de Hollywood. Se produjeron al mismo tiempo dos películas de gran presupuesto con temas sobre el país de las nieves, “Siete años en el Tíbet”, de Jean-Jacques Annaud, protagonizada por Brad Pitt; y “Kundun”, de Scorsese. Ambas poco tiempo después de la aparición de “El pequeño Buda”, de Bertolucci. Richard Gere aprovechó su celebridad para promover la independencia del Tíbet y Stephen Seagal fue reconocido como la reencarnación de un antiguo lama.

Ya pasó ese momento pico. Todas esas películas decayeron. Después del 11 de septiembre prominentes maestros budistas adoptaron posturas en contra de la guerra y los budistas neoyorquinos vieron cómo declinaba el interés de las personas alrededor. Abuchearon a Richard Gere en un concierto de beneficencia cuando habló a favor de la compasión ante la agresión.

Diferentes periodos de Budismo en la cultura popular: de izquierda a derecha portada de vogue exibiendo al Dalai Lama; El clasico popular Dharma Bums del poeta Beat Jack Kerouac y el concepo de Buddha Bar, Buddha Spa, Hotel Buddha y Buddha Mandala Disco en Puerto Vallarta

Diferentes periodos de Budismo en la cultura popular: de izquierda a derecha portada de vogue exibiendo al Dalai Lama; El clasico popular Dharma Bums del poeta Beat Jack Kerouac y el concepto de Buddha Bar, Buddha Spa, Hotel Buddha y Buddha Mandala Disco en Puerto Vallarta

¿Segundo Renacimiento?

¿Volveremos ahora a un periodo en el que habrá un compromiso más silencioso con el budismo, pero más verdadero? Es posible. De cualquier manera, el crecimiento del budismo en Europa y Norte América ha sido impulsado por grandes esfuerzos que de forma periódica han alentado a una espiritualidad que se ha puesto de moda. Hace dos siglos Schlegel y Schopenhauer predijeron que el descubrimiento de las escrituras asiáticas promovería un “segundo Renacimiento”. Su orientalismo romántico estimuló a Emerson y a los trascendentalistas, quienes se inspiraron en las fuentes religiosas de Oriente. Desde entonces la espiritualidad pragmática que ellos propugnaron ha influido profundamente en la religiosidad estadounidense, sobre todo en la acogida que se le ha dado al budismo. Éste hizo su entrada en la cultura popular británica y norteamericana en 1879, con el poema de Edwin Arnold, La luz de Asia, que vendió más de medio millón de ejemplares y fue adaptada como ópera y como obra de teatro en Broadway, además de dar lugar a dos cantatas y una película muda. El poema cristalizó la imagen del Buda para toda una generación e impulsó la “moda budista” de la segunda mitad del siglo.

Después de la Segunda Guerra Mundial el emblema del misterio asiático fue el maestro zen. El budismo causó su primer gran impacto en la cultura occidental con el boom zen de los años 50. El zen influyó en una generación de artistas e intelectuales neoyorquinos, desde Erich Fromm hasta John Cage y el concepto llevó a las dramatizaciones propias de los poetas beat, como Ginsberg, Kerouac y Snyder. De este movimiento se derivó una práctica zen seria, aunque la palabra “zen” también llegó a evocar una misteriosa rectitud espiritualizada. Hoy Amazon.com enlista títulos que ensalzan, con seriedad o con ironía, al zen y el arte del tiro con arco, el arreglo de las flores, el mantenimiento de las motocicletas, la escritura, el tejido, el romance, el futbol, la comedia de stand-up, vivir sin miedo y con garbo, el internet, el asesinato, la refrigeración, la filosofía postmoderna, el monólogo y muchos temas más.

Prisioneros de Shangri-La

Después de la moda budista y de la ola zen vino el boom tibetano. Surgió en la década de los 70 y aún continúa. Este boom se ha centrado en los lamas que fueron exiliados de su hogar y llegaron a Occidente, donde una cultura que ya había preparado un sitio para ellos en su psique colectiva los ha agasajado como reyes. La cultura popular muchas veces ha situado sus misterios en el Tíbet. En un principio fue el relato de Sherlock Holmes y La aventura de la casa vacía, que revivió la carrera ficticia que pareció haber terminado cuando Holmes sufrió una caída en las Cataratas de Reichenbach, luchando a muerte con Moriarty. La única explicación que da Holmes de su ausencia es: “viajé durante dos años por el Tíbet, entonces y me divertí en Lhasa, donde pasé algunos días con el lama principal”. Como narra Donald Lopez en Prisioneros de Shangri-La, el budismo aparece ya prácticamente en todas partes y todos los estratos. Él cita un episodio de Twin Peaks, de 1990, en el que el agente especial Dale Cooper le dice a la policía: “Siguiendo un sueño que tuve hace tres años me sentí conmovido por la situación del pueblo tibetano y tuve un gran deseo de ayudarles. Asimismo, desperté de ese sueño dándome cuenta de que subconscientemente había obtenido el conocimiento de una técnica deductiva que involucra la coordinación de mente y cuerpo funcionando mano a mano con el nivel más profundo de la intuición.

Trivia Budista

Lejos de despreciar estos usos del budismo los colecciono. Disfruté los ojos de rayo laser del muchacho al que salva Eddie Murphy en El chico de oro y me encanta la primera escena de Ace Ventura: Cuando la naturaleza llama donde, como describe Lopez, “encontramos al protagonista en un monasterio tibetano haciendo penitencia por no haber podido rescatar a un mapache. Está vestido con los mantos rojos de un monje tibetano de la escuela guelug, buscando alcanzar un estado de ‘unicidad súper galáctica omnipresente’”.

La Frescura del Budismo se devalúa 

Reconozco también que el extendido uso de imágenes budistas en la publicidad sugiere un poder, una accesibilidad y quizás una inocencia que el cristianismo ha perdido. Por ejemplo, en un anuncio de la tarjeta dorada de NatWest se veía a un falso monje budista en postura de meditación haciendo un guiño, encima de la frase: “Alcanza un estado superior más fácilmente”. El texto decía: “¿Buscas la verdadera felicidad? Puedes lograr el contento absoluto. Visita una de nuestras sucursales para mayor iluminación”. ¿Te imaginas esta campaña pero con un cristiano rezando, en lugar de alguien meditando?

En este caso se empleo al budismo como un signo de valor, ¿pero ocasiona eso que la divisa se devalúe? Muchos budistas británicos se ríen con esos anuncios y hasta los consideran un cumplido, aunque no es así como lo ven los budistas theravadines del sureste de Asia, quienes creen que debe tratarse con reverencia a los monjes. De modo que la Red de Organizaciones Budistas del Reino Unido presentó una queja por parte de ellos a la Agencia Reguladora de Publicidad y logró su propósito en buena medida. Winalot se disculpó por haber utilizado la imagen de un monje budista en un anuncio de comida para perros, explicando que “los consumidores europeos perciben a los sabios de Oriente como conocedores y expertos en medicina herbal y nuestro producto contiene achicoria, un ingrediente desconocido”.

Por lo regular, cuando un anuncio emplea figuras budistas la santidad misma se convierte en algo con qué jugar. En una campaña de 1996 se leía: “Si deseas la verdadera iluminación olvídate de la postura de loto [lotus] y sientate en postura en un Citroen”. Un diferente sentido del humor se halla detrás de un anuncio que muestra a un joven monje que se entrega a su labor de limpieza del monasterio. De pronto ve una oportunidad cuando los demás compañeros monjes están levitando y él tiene que apresurarse para terminar su tarea con una aspiradora electrolux mientras ellos, bump, bump, bump, empiezan a descender.

Podían haber puesto en estos anuncios a swamis hindúes en lugar de budistas levitando, aunque probablemente con menor reverencia para compensar el absurdo, ¿pero puedes imaginarte lo que habría ocurrido si hubieran utilizado imágenes islámicas tomándolas así tan a la ligera? En contraste con la indignación y sensibilidad moral islámica ante el dominio cultural, la tolerancia y la flexibilidad del budismo hacen que éste sea más fácilmente asimilable. Sin los dogmas del cristianismo, la antipatía cultural musulmana o la exclusividad racial del judaísmo, el budismo parece asequible a los occidentales. Es más flexible que sus contrapartes y por lo tanto capaz de mezclarse mejor con la cultura popular.

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La diseñadora Vivienne Westwood deriva inspiración de los ropajes del budismo del sur de Asia y de la escuela Gelug del Budismo Tibetano

El budismo light tiene su lugar, pero sólo si puede seguir siendo budismo

La edición de navidad de 1990 de la revista Vogue de París contó con un comentario editorial del mismísimo Dalai Lama. En el interior venían 68 páginas a color dedicadas exclusivamente al Tíbet y el budismo tibetano. El Dalai Lama aparecía como un maestro que utilizaba las cosas del mundo sin por ello volverse mundano. El entrevistador de Vogue le preguntaba: “¿Cuál es la actitud de Su Santidad ante lo artificioso y la moda?” “Una sonrisa amable, una mirada bondadosa, son más apreciables que la joya más fantástica”, respondió. “Ponle los ornamentos más bellos a un rostro severo… no lo mejorarán en absoluto”.

La defensa que hace el Dalai Lama de la religión tibetana y sus motivos políticos comparten asiento con una guía para el consumidor de artefactos tibetanos, destinos turísticos y restaurantes. La sección de “Moda” presenta “Le Soufflé des Couleurs” [el aliento de los colores], creaciones con los colores tántricos púrpura, rojo y violeta. Una modelo con una mirada soñadora viendo hacia abajo, el cabello oscuro suelto y prendas tenues camina por una playa de grava y se sienta enfrente de un estandarte de la victoria. “Eclat d’ames” [fragmentos de almas], dice el texto y más adelante aparece ella totalmente vestida como monja, “signes Laurel” [signos Laurel], lápiz labial bermellón para combinar con su manto. Otro desplegado muestra a una modelo de semblante adusto con el cabello muy corto mirando fijamente a la cámara. Lleva una gabardina de imitación de arpillera del diseñador Issey Miyake. En otra fotografía luce lo que parece ser un cilicio.

Harper’s Bazaar escribe: “Puedes conservar tu trabajo… usar Chanel…        comer chocolate… y aún estar iluminado”

Renunciación chic

Esto es ascetismo de diseñador, renunciación elegante. Harper’s Bazaar ofrece aun más evidencias de los peligros de la asimilación. Su identificación del budismo con el “modo universalmente aceptado de ver al mundo” parece implicar un budismo tan deshojado que casi carece de contenido. La renuncia elegante sólo es posible a expensas de una verdadera renuncia. Harper’s Bazaar escribe: “Puedes conservar tu trabajo… usar Chanel… comer chocolate… y aún estar iluminado”. Podemos notar la ironía de que una religión cuya enseñanza más fundamental (las Cuatro Nobles Verdades) afirma que la causa del sufrimiento es el deseo vehemente, aquí se convierta en un emoliente para la satisfacción de los deseos.

Está claro que hay que poner un límite, incluso si uno se inclina a menospreciar el interés de las celebridades budistas o el uso de imágenes budistas en la cultura popular. El budismo light tiene su lugar, pero sólo si puede seguir siendo budismo. No obstante, en mi experiencia como coleccionista aficionado a las trivias budistas de la cultura pop, la cita que más me ha llenado de esperanza la encontré en Beneath a Single Moon [Bajo una luna solitaria], un ejemplar reciente dedicado al “Budismo en la poesía norteamericana contemporánea”. En la introducción, los editores expresan su convicción de que “por lo que respecta a la literatura estadounidense al menos, el budismo podría decirse que ha llegado a ser la influencia espiritual más vital en la poesía de nuestros días”.

¿Es posible que eso sea cierto? Si lo es, entonces puedo vivir sin problemas con todos esos anuncios, películas, especiales de kung fu, fantasías tibetanas y bodas de celebridades, toda esa irritante vulgaridad para entretener, en la que la cultura popular ha involucrado al budismo. Si por medio de una práctica comprometida y una participación cultural intensiva las raíces del budismo se afianzan profundamente en suelo occidental, entonces no tengo dudas de que el budismo seguirá creciendo. Lo cierto es que espero que florecerá y continuará ejerciendo una fuerza benéfica, hasta en la venta de automóviles.

(publicado en Topic Magazine: http://www.webdelsol.com/Topic/inthisissue.html)

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